Foto: Alumni UMA. Jesús Otaola en las instalaciones de su librería del centro de Málaga, Proteo
El director de la librería Proteo reconoce que el desarrollo de la librería no lo concibe sin la fundación de la Universidad de Málaga
Proteo cubrió “una gran demanda” de los estudiantes ya que estaba especializada en libros de diferentes materias universitarias
La Universidad de Málaga está inmersa en el 50 aniversario de su fundación. Con 53 años, Proteo cubrió “una gran demanda” de los estudiantes ya que estaba especializada en libros de diferentes materias universitarias. Actualmente, es además editora de ejemplares y distribuidora de la UNED.
Libros prohibidos, unos inicios de obras infantiles como “tapadera” y otras anécdotas son las que nos relata Jesús Otaola en una entrevista concedida a Alumni UMA con motivo del aniversario de la UMA. La Asociación de Antiguos Alumnos publicará una serie de entrevistas para cada una de las décadas. En la primera, este comercio, más antiguo que la propia Universidad (1972), es el que contextualiza el cambio que supuso para la ciudad la fundación de la Universidad de Málaga.
Más de 50.000 libros calcinados en la librería decana Proteo (1969). Resulta difícil no mencionar aquel fatídico jueves 6 de mayo de 2021 cuando su dueño, Jesús Otaola, muestra el amplio y ancho del negocio de calle Puerta Buenaventura, 3. De esto, tan solo queda en las cuatro plantas del comercio una muestra de páginas calcinadas en un par de estanterías frente a lo que supone un atractivo del establecimiento, un yacimiento arqueológico. “Tras el incendio tuvimos muy buena muestra de cariño de la UMA”, aclaró Otaola al punto en el que aseguró el deseo en participar de alguna forma en la efeméride de la Universidad. Pues, no entiende el desarrollo de la una sin la otra.
Proteo se funda en 1969. Hablamos de un comercio con 53 años de vida, más antiguo que la propia Universidad. ¿Qué ha sido la UMA para comercios como el suyo?
A nosotros siempre nos gusta hablar que ambas llegaron de forma paralela a la ciudad. La librería tuvo su boom cuando se fundó la Universidad, claro. El origen de la librería está en un primer piso a modo de cooperativa para ayudar a la transición. Aunque se abrió en plena dictadura. Su fin era servir a un grupo de personas con inquietud a la cultura y libros que no podían encontrar. Entonces, se abre una librería infantil en plaza del Teatro que sirve de ‘tapadera’ porque todos los asociados podían acceder a los ‘libros prohibidos’ de la época, que se encontraban escondidos tras los infantiles. Luego, se abre Proteo en este edificio actual.
¿Qué recuerda de ese paralelismo con la Universidad?
Cuando se inaugura Derecho en Teatinos, se matricularon unos 500 alumnos (un número notablemente mayor que en su anterior ubicación). Nosotros editábamos los libros de Derecho Romano. El primer día del curso por la tarde, tuvimos una verdadera avalancha porque todos esos estudiantes acudieron aquí interesados por sus libros. Tuvimos que llamar a la policía para que de alguna forma organizara la entrada y la cola de espera fuera del establecimiento. Estaba toda abarrotada. No se puede entender la librería, su desarrollo, sin el de la UMA.
Como dice, no se pueden separar los caminos de ambas partes. Por ello, en sus 50 años, la Universidad de Málaga se ha tenido que ir adaptando a los tiempos. ¿En qué sentido lo ha hecho Proteo?
La librería se ha desarrollado muchísimo. Ha pasado de ser todo manuscrito a ser informatizado. Hemos intentado que sea lo más moderna posible. Un hito fue cuando se decide que no haya mostradores; si a la gente le gusta un libro que vaya directamente a una caja, que la persona toque y haga lo que quiera con los libros, como decidir no marcar los libros con el precio, sino que las personas lo vean de forma electrónica con el scanner. Recuerdo un día del libro en la UMA en el que compartimos la historia de la librería. Ese año la Universidad cambiaba un kilo de alimentos por un libro. Nos pidieron si podíamos donar libros para que ese acto solidario se hiciera posible. Aquí es cuando Paco Puche, el fundador de Proteo, dona su biblioteca particular. Estamos hablando de miles de libros. No tardó en correrse la voz en verse luego los resultados porque fue un verdadero éxito la recogida de alimentos.
Recuerdos destacados en la Universidad. Pero, ¿y en Proteo? Porque las personas están de media 45 minutos en la librería. Cuántas anécdotas habrá vivido.
Recuerdo una muy personal. Me preguntó Puche: ¿sabes lo que es la librería? Y, tras responderle con su definición, me respondió que me había equivocado. Me señaló que esto es un punto de encuentro entre profesores, alumnos… Los sábados hay una auténtica familiaridad, es ya una normalidad. Otra fue que una estudiante de Económicas trabajó aquí de contable. Cuando fue a cobrar un libro le digo: “Oye, no te vayas a equivocar, que el comprador es tu jefe eh”. Ella se quedó muy extrañada y ya le expliqué que era su rector. Nos fundimos de risa porque además el hombre con muy buen humor le dijo: “Eso eso, compórtate”. Para nosotros su visita era de lo más normal del mundo. En cambio, ella se sorprendió muchísimo.
Señalas la etapa de ‘libros prohibidos’. ¿Qué vinculación tienen con esa etapa docentes de la Universidad?
En la cuarta planta de este edificio vivían Joaquín y Juan, trabajadores de la librería. Cada mañana, Puche tenía que llamarlos. Y es que, se quedaban hasta tarde despiertos porque una vez se cerraban las puertas de la librería, muchos de los profesores de la Universidad subían al ático a hacer coloquios, fiestas, mítines… luchaban por la libertad en España. Recuerdo fotos de esos trabajadores que te digo con Tecla Lumbreras y otros profesores jubilados, que no recuerdo ahora sus nombres. Todas esas citas eran a puerta cerradas, todo clandestino. En especial, recuerdo muchas fotos de Tecla con otros tantos.
Jesús Otaola. “Los manuales universitarios se han dejado de usar muchísimo, de manera exagerada. Ha habido cambio de libro y cambio de clientela”
Es que, además, la librería Proteo está especializada en volúmenes de diversas materias para la Universidad y la UNED. Esta oferta vino a cubrir una gran demanda generada por los universitarios, ¿verdad?
Había una gran demanda. No había librerías modernas en Málaga. Por lo que, cubrimos ese espacio que había en Málaga. Aunque también era muy bonito comprar en un comercio nuevo, en el que tuvieras los libros directamente en las manos. Éramos y somos distribuidores de la UNED. Además nosotros editábamos para Económicas o Derecho, entre otras. Recuerdo un profesor de derecho que discutía aquí con nosotros qué cinco lecturas llevarse para intercalarlas como obligatorias en el curso al alumnado y hacer trabajos de ellas luego, siempre relacionado con el derecho. Son muchas las anécdotas que guardo.
Y con este 50 aniversario de la Universidad… le habrá evocado aún más sentimientos e historias en relación a ella. ¿Cuál podría recordar?
Claro. Ha pasado mucha gente. Dicen muchos que, aunque se sigue manteniendo la esencia de la librería, ha cambiado mucho. Y es que, hemos abierto hasta cuatro plantas y hemos sufrido un incendio. Una señora me dice hace unos días que no conoce ya a ningún trabajador. Y le respondí lo raro que me resultaba porque hay quien lleva unos 40 años y el que menos 15. Y me dice que ella hablaba de cuando hacía la carrera. Claro, aquellos trabajadores tienen ahora 70 años.
¿Qué siente cuando ve a docentes o profesionales que antes venían aquí a comprar y usted los atendía?
Mucha satisfacción. Una anécdota muy especial y que siempre cuento fue en relación a un sistema de crédito que teníamos por el que se cobraba una cuota mensual para el pago de los libros por cuenta bancaria. Una señora que apenas tenía posibles, incluso no tenía ni cuenta, por lo que no podíamos hacer lo de nuestro crédito. A ella, le hacían falta libros de texto para sus dos hijos y para pagarlos se comprometió a venir todos los meses en persona y entregar el dinero estipulado que ganaba limpiando. No faltó un solo día hasta que pudo abrir su cuenta en un banco, incluso para las carreras de Medicina y Derecho fue fiel a esta librería. Ahora, no solo vienen esos hijos, sino sus nietos. Tenemos muchos casos de generaciones que han seguido fieles a la librería.
Con la llegada de las nuevas tecnologías. ¿Cómo ha cambiado la actividad universitaria en su librería?
Siempre estoy a favor de ellas. Hemos pasado a informatizarlo todo y a tener una actualización continua digital. Yo recuerdo antes cuando por correspondencia nos pagaban, enviábamos el material y teníamos esa relación más directa. Era cercanía y humanidad.
¿Y las nuevas tecnologías en la venta de libros online?
En ese sentido, para el cliente ha mejorado mucho. Pero, para el sector de la cultura no es negocio. Cualquier libro que esté online puede ser fácilmente pirateado y ya lo tiene todo el mundo. En el pirateo se pierden muchos derechos de autor. Es un tema muy delicado. Derecho a leer tiene todo el mundo. Si bien, hay muchas otras opciones como las bibliotecas.
Jesús Otaola: “Cuando tuvimos por ejemplo el incendio recibimos el cariño de la UMA”
Atendiendo a distintas etapas históricas, como el punto más álgido de las crisis económicas, ¿han llegado a ser la actividad de la UMA y la UNED el motor para su librería?
En otro tiempo, sí; en los libros de texto. Pero, ya no. Han bajado muchísimo las ventas. Y los manuales universitarios se han dejado de usar muchísimo, de manera exagerada. Ha habido cambio de libro y cambio de clientela. No se venden los mismos libros. Hay otra manera de ver el libro, la vida.
¿Qué tipo de público tiene ahora?
Cada librería tiene su perfil. Nuestra particularidad es que tenemos una clientela muy fiel cada una con una temática muy específica. Sobre todo, las mujeres son las que más acuden, se interesan más, según mi experiencia.
Si hablamos de cambios, ¿cómo ha observado la evolución de la ciudad con la continua recepción de estudiantes?
La ciudad parece otra. Siempre he sido del Centro y he visto su desarrollo en estos 55 años. En relación con la librería… que ahora haya más alumnos no quiere decir que venga un mayor número en comparación con antes. Sí es cierto que tenemos mucha afluencia de alumnos de Erasmus, aunque solo sea la visita turística.
¿Qué piensa del sentimiento de pertenencia de los graduados con la UMA?
Pienso que estamos un poco despegados. No resulta ser tema de conversación. Lo que te hace feliz y te interesa siempre es tema de conversación. Sí te digo, que después de 4 o 5 años vinculado a algo te debe unir. Si no te une… o eres muy frío o lo pasaste muy mal para no quererlo recordar. Esto ocurre en la Universidad de Málaga o en la que sea.
Si hablamos de otras otras universidades. En comparación, ¿qué opina de la prestancia que deja la UMA en el panorama actual nacional?
En relación con la librería… quizás con la UMA no tenemos esa relación profesional frente a otras. Hablo de la realización de edición de trabajos de fin de carreras, manuales, regalos para alumnos… Pero, cuando tuvimos por ejemplo el incendio recibimos el cariño de la UMA.
El 50 aniversario de la Universidad de Málaga se fragua y llega a su recta final en paralelo al 53 de Proteo. Medio centenario que se cumple de unión para la formación y cultura superior, en el que Otaola desea, sigan en paralelo los caminos de ambas partes. Han pasado muchos años por la librería y un incendio. Pero, “aunque ha cambiado mucho, ha mantenido siempre su esencia”. De ahí, ese público fiel de varias generaciones en la vida de Proteo. Una realidad que se traduce en la atracción de los estudiantes de Erasmus por el negocio; incluso, solicitando la realización de prácticas. ¿Qué suscita Málaga para ese miembro de Erasmus? Con Alumni UMA, lo descubrirás próximamente en una nueva entrevista, entre otras, con su etapa correspondiente.
Alumni UMA ha dedicado también su II Ciclo de Conferencias para la Sociedad al 50 aniversario de la Universidad de Málaga. Conoce el proyecto y súmate al resto de ponencias.